Pedro Sevylla de Juana
Por pura simetría no creo en el demonio,
el bien y el mal equidistantes
necesidades y deseos compartiendo plano
lo palpable y lo impalpable en abrazo interno
lo superior como imagen reflejada de lo ínfimo
las vida eterna y temporal ancladas en mi mente
nexo de la fe y de la esperanza
pozo sin fondo donde todo cabe.
Alma y cuerpo opuestos e inmiscibles
unidos por el roce de las alas crónicas.
Más allá de la mujer, eje del universo mundo,
del hombre subseyente, animales, árboles
y piedras; del equilibrio
y la armonía, de lo individual
puesto al servicio del conjunto,
más allá de las estrellas y los espacios
interestelares
descreo.
A la Avenue del Général de Gaulle,
rue de la Coopérative
Villeneuve sur Lot, Lot et Garone, Aquitaine,
las afueras de entonces,
el primero de julio de mil ochocientos
cincuenta y cuatro
llegaron cráneos, tibias, costillares,
del antiguo `Egalité’,
-descarnada metáfora victoriosa,
Oriente y Occidente
enfrentados en etimológica plegaria-
al campo cercado y bendecido:
Nueva Ciudad del Sueño y de
los Sueños
eternos,
Cementerio de Sainte Catherine.
Creyentes, pensadores, los abatidos
por la vida
o condenados a la última pena,
trinchera y seto delimitando tres cantones,
a los que se añade otro hipotético
para los hijos de Jacob; demostrando
que ni en la muerte se da la identidad
conceptual de fondo y forma,
que en los cadáveres dormitan
la opinión y el sentimiento,
cadavéricas ideas perniciosas,
trasmisibles,
como virus filtrables,
a los sensibles vivientes.
Abonan esta tierra fúnebre
familias francesas, los cuerpos reposando
en el solar patrio;
familias españolas derrotadas en su país
y rehechas
en la acogedora y tolerante Francia,
familias emigradas de Italia,
familias de apellido portugués,
ciudadanos de las antiguas colonias
y muchos otros del centro de Europa:
lo extraño y lo propio sumados, integrados,
la historia de la villa escrita día a día.
Avanzo por el espacio cuajado
de enterramientos floridos, donde
yace y subyace
la ambición humana formando mausoleos,
panteones, sepulturas, criptas
obra maestra de arquitectos y escultores de valía.
La sólida argamasa de los múltiples
monumentos funerarios
honra, más que al fallecido,
a quien paga el alto costo:
rivalidad de vivos bien pertrechados.
Oigo expresarse en voz baja, a uno
de los pensadores
muerto y pensante:
“Espíritus privados de materia,
materia liberada de energía y hálito vitales,
principios difusos invocados en responsos,
monocorde cantinela erguida como columna de humo,
intentando penetrar en lo Más Alto
impenetrable”.
Leo frases destinadas a resaltar la memoria
de la inconcreta permanencia
en este espacio de hipótesis indemostrables,
de la lógica aplastada por las emociones,
la falsa verdad matemática,
sicosociología desmitificada
al provocar el indeleble
axioma
de lo efímero.
“Ici repose
un Chevalieur de la Légion d’Honneur,
Conseiller du Commerce Extérieur…”:
descubro un meritorio currículum vítae
extensísimo,
aquí donde debiera reinar la igualdad
de las cenizas,
tam quam tabulam rasam
en la descomposición de la materia;
y cien veces repetida la burla
del prefecto Poncio Pilato
burlada por la agonía triunfante:
Iesus Nazarenus rex iudaeorum,
Inri de monumentales Cruces
inclinadas sobre las pesadas losas
-puertas blindadas, candadas,
próximas al hermetismo-
destinadas a confirmar
la inamovilidad de la situación futura.
“El Sol iba
como cada tarde,
adonde cada tarde va,
y la Iglesia: altar, vitrales,
sillas, imágenes y sepulcros;
elevada en medio del paseo
formaba parte esencial del contraluz”:
declama una pintora y poetisa que lleva
sesenta años, al menos, en la tumba
adornada con lo que, en la distancia,
parece un arpa de oro, mascarón
de proa de una nave,
nave y arca
flotantes.
“Hay un ser eminente difundiendo
la luz en la obscuridad,
un sabio
que conoce la raíz de los misterios y la explica;
y un Ser Supremo, creador con su palabra,
Fiat Lux,
de la luz primigenia”.
Afirma una voz canónica
difunta
procedente del terreno religioso.
“Hay”, añado en mi cabeza:
“millones de criaturas
siguiendo el rumbo de Una Estrella Errante
que bien pudiera avanzar en zigzagueo,
errada”.
“Honneur et patrie”,
“Union,
Valeur,
Génie,
Travail”;
son lemas esculpidos en la roca dura
con la luminosidad rojiza de las convicciones,
montaña alejada de la visión más nítida,
perdiéndose en la bruma del mar impreciso,
columna principal,
ascua
y pavesa.
Poetas, filósofos,
clérigos y trabajadores;
se unen aquí a los militares laureados,
heridos, muertos y sobrevivientes
de mil guerras,
gastados en la paz de los desfiles
conmemorativos
bajo el peso de las hojas
de servicio saturadas de gestas
e innúmeras medallas concedidas.
Aquí las ilusiones,
aquí
los proyectos
apoyándose los unos en los otros;
la belleza y la fealdad,
la virtud
y el vicio,
el bien y el mal complementándose,
equilibrándose.
Sombra reflejada de la barca
cuando surca el río que va a la infinitud eterna,
sonrisa vaciándose de misterios
sobre los cuerpos desnudos
conmovidos de pudores ígneos.
Quiero que me entierren
en este cementerio
un día después
de morir,
ni un minuto
antes.
Cantero de los discrepantes,
de los librepensadores idos
para dejar bien clara
mi discrepancia con lo arbitrario.
El fruto de mis reflexiones reiteradas
dejo en este largo y penetrante poema
-Ode comme nom familier-
sobre el antes y el después
de los pasos humanos en la tierra,
sobre las dudas que emoción y lógica
han ido acercando a la certeza.
PSdeJ
Escrito em Villeneuve sur Lot
durante os últimos dias de 2014 e os primeiros de 2015